Era un día con sol, de esos que invitan a no ir a trabajar. De todos modos, y aceptando mi destino de laburante, di mil vueltas buscando la llaves, me eché una última mirada al espejo de al lado de la puerta y salí a la calle.
Antes de haber caminado 10 pasos, los auriculares ya adornaban mis orejas y la música de Billie Holliday le regalaba una sonrisa a mi corazón. Ensimismada, caminé alegre las dos cuadras que separan mi casa de la estación de subte.
Un par de miradas se cruzaron en el camino, que con un dejo de amargura parecían interrogar envidiosos para sus adentros "de qué se reirá esta chica", pero no lograron afectarme.
Bajé los escalones a los saltitos, y en el andén esperaba mi vagón lo suficientemente vacío como para no apurar el paso buscando un asiento. De espaldas a la puerta y del lado del pasillo, tomé mi lugar aguardando que el silbato indicara que ya mi rutina comenzaba, mientras cantaba en voz baja, bailoteaba un poco y buscaba sin mucho frenesí el libro que se había perdido adentro de mi cartera.
Entonces subió al subte un muchacho por demás atractivo, de esos a los que es difícil quitarles la mirada. En seguida me percaté que el asiento que estaba justo enfrente mío estaba vacío y para adentro empecé a repetir, como si fuera una especie de promesa ridícula de esas que se hacen frente al televisor, " Que se siente acá, Que se siente acá, Que se siente acá, Que se siente acá".
No se si fue mi alevosía o qué pero accedió a mi silenciosa e infantil plegaria.
El tren arrancó casi sin que me diera cuenta, e intentando comportarme de la manera más natural posible, seguí tarareando esas viejas canciones y relojeando de vez en cuando al maravilloso espécimen de hombre que tenía a tan solo centímetros.
En una de esas escapadas de mis ojos, me percato que los suyos, color miel, admirados por mí momentos antes, estaban entretenidos con mi rodilla desnuda y lo que seguía hasta mis pies.
La naturalidad para ese entonces había desaparecido dejando un amplio espacio para un cosquilleo nervioso en mi estómago.
Utilizando mi visión periférica, me doy cuenta que me está mirando fijo. Mi corazón empezó a galopar y después de meditarlo un segundo aproximadamente, llené mis pulmones de aire y me decidí a hacer eso que siempre me costó tanto: mantenerle la mirada de un hombre.
Una sonrisa intentó suavizar la intensidad de ese momento, y luego de menos de un minuto, que pareció una eternidad, él preguntó con voz dulce: "¿Hasta dónde vas?".
Incrédula de mis ojos y mis oídos, primero pensé que seguro estaba dirigiéndose a alguien más, haciendo que mi razón contradijera tan alevosamente lo que me indicaban mis sentidos. Hasta por una milésima de segundo, llegué a imaginar que una persona estaba justo detrás mío lista para responder.
Sin controlar del todo mis palabras, un "Piedras" brindó la respuesta que esperaba. Y entre Castro Barros y Lima me contó en resumidas cuentas qué hacía de su vida y por mi parte hice lo propio sin abundar en detalles, no por desconfianza sino porque me costaba articular una oración coherente y módicamente equilibrada con la dosis justa inteligencia, vivacidad y simpatía.
Los azulejos grises indicaban que estábamos entrando en Lima, la estación que él había indicado como su destino, entonces se apresuró a pedirme un teléfono.
La formación estaba prácticamente detenida, y el seguía hurgando sin éxito sus bolsillos en busca de un escurridizo papelito y algo con qué anotar. Entonces sacó su celular y me pidió que en él ingresara el número del mío. Accedí sin discusión alguna, mientras el subte continuaba su marcha. Cuando el trámite numérico había concluido solo restaba mi despedida, hasta el momento en que él se decidiera a llamarme para combinar un encuentro.
Con un beso en la mejilla lo saludé y bajé del vagón sin mirar atrás. Pero mi ansiedad y la curiosidad de saber si aún me miraba fueron más fuertes. Lo busqué dos segundos y ahí estaba, atendiendo mis movimientos con la cabeza a penas ladeada para tener mejor vista por la ventana.
Seguí mis pasos, que de memoria me llevaron al trabajo como lo hacen todos los días. Los auriculares habían vuelto a adornar mis orejas, y una sonrisa tonta mi cara.
Pero en el camino no crucé mirada que indagara sobre mi notable felicidad. Una verdadera lástima, porque me moría de ganas de responderle.
Antes de haber caminado 10 pasos, los auriculares ya adornaban mis orejas y la música de Billie Holliday le regalaba una sonrisa a mi corazón. Ensimismada, caminé alegre las dos cuadras que separan mi casa de la estación de subte.
Un par de miradas se cruzaron en el camino, que con un dejo de amargura parecían interrogar envidiosos para sus adentros "de qué se reirá esta chica", pero no lograron afectarme.
Bajé los escalones a los saltitos, y en el andén esperaba mi vagón lo suficientemente vacío como para no apurar el paso buscando un asiento. De espaldas a la puerta y del lado del pasillo, tomé mi lugar aguardando que el silbato indicara que ya mi rutina comenzaba, mientras cantaba en voz baja, bailoteaba un poco y buscaba sin mucho frenesí el libro que se había perdido adentro de mi cartera.
Entonces subió al subte un muchacho por demás atractivo, de esos a los que es difícil quitarles la mirada. En seguida me percaté que el asiento que estaba justo enfrente mío estaba vacío y para adentro empecé a repetir, como si fuera una especie de promesa ridícula de esas que se hacen frente al televisor, " Que se siente acá, Que se siente acá, Que se siente acá, Que se siente acá".
No se si fue mi alevosía o qué pero accedió a mi silenciosa e infantil plegaria.
El tren arrancó casi sin que me diera cuenta, e intentando comportarme de la manera más natural posible, seguí tarareando esas viejas canciones y relojeando de vez en cuando al maravilloso espécimen de hombre que tenía a tan solo centímetros.
En una de esas escapadas de mis ojos, me percato que los suyos, color miel, admirados por mí momentos antes, estaban entretenidos con mi rodilla desnuda y lo que seguía hasta mis pies.
La naturalidad para ese entonces había desaparecido dejando un amplio espacio para un cosquilleo nervioso en mi estómago.
Utilizando mi visión periférica, me doy cuenta que me está mirando fijo. Mi corazón empezó a galopar y después de meditarlo un segundo aproximadamente, llené mis pulmones de aire y me decidí a hacer eso que siempre me costó tanto: mantenerle la mirada de un hombre.
Una sonrisa intentó suavizar la intensidad de ese momento, y luego de menos de un minuto, que pareció una eternidad, él preguntó con voz dulce: "¿Hasta dónde vas?".
Incrédula de mis ojos y mis oídos, primero pensé que seguro estaba dirigiéndose a alguien más, haciendo que mi razón contradijera tan alevosamente lo que me indicaban mis sentidos. Hasta por una milésima de segundo, llegué a imaginar que una persona estaba justo detrás mío lista para responder.
Sin controlar del todo mis palabras, un "Piedras" brindó la respuesta que esperaba. Y entre Castro Barros y Lima me contó en resumidas cuentas qué hacía de su vida y por mi parte hice lo propio sin abundar en detalles, no por desconfianza sino porque me costaba articular una oración coherente y módicamente equilibrada con la dosis justa inteligencia, vivacidad y simpatía.
Los azulejos grises indicaban que estábamos entrando en Lima, la estación que él había indicado como su destino, entonces se apresuró a pedirme un teléfono.
La formación estaba prácticamente detenida, y el seguía hurgando sin éxito sus bolsillos en busca de un escurridizo papelito y algo con qué anotar. Entonces sacó su celular y me pidió que en él ingresara el número del mío. Accedí sin discusión alguna, mientras el subte continuaba su marcha. Cuando el trámite numérico había concluido solo restaba mi despedida, hasta el momento en que él se decidiera a llamarme para combinar un encuentro.
Con un beso en la mejilla lo saludé y bajé del vagón sin mirar atrás. Pero mi ansiedad y la curiosidad de saber si aún me miraba fueron más fuertes. Lo busqué dos segundos y ahí estaba, atendiendo mis movimientos con la cabeza a penas ladeada para tener mejor vista por la ventana.
Seguí mis pasos, que de memoria me llevaron al trabajo como lo hacen todos los días. Los auriculares habían vuelto a adornar mis orejas, y una sonrisa tonta mi cara.
Pero en el camino no crucé mirada que indagara sobre mi notable felicidad. Una verdadera lástima, porque me moría de ganas de responderle.
A veces el transporte público nos da estas sorpresas...
Yo todavia guardo en algun lugar de mi microcosmos personal un boleto de tren con un número de teléfono garabateado y los restos de un beso en mi mejilla.
Un lindo ejemplo de esas situaciones que nos brinda el azar, y en la que cualquier cosa nos puede suceder, y podemos ganar o perder.
Guardo en el arcón de mis recuerdos a una hermosa señorita esperando el colectivo, corta de vista ella, la cual perdía cada bondi que pasaba porque no llegaba a distinguir si el cartel del recorrido del colectivo anunciaba pasar por su destino. Al ver la desafortunada situación y su atractivo rostro opacado por la frustración, me ofrecí a ayudarla, y mientras esperábamos entablamos una pequeña y amena conversación. De repente, hizo su aparición el ramal esperado, y tras un beso y una sonrisa como recompensa, la seguí con la mirada hasta verla desaparecer entre los demás pasajeros.
Al otro día regresé a la misma parada, como de costumbre, pero con esperanzas de encontrarla y ayudarla de nuevo, pero el azar esta vez hizo que su bondi pasara siempre antes, y nunca más volví a verla…
Jeee Un levante en el subte, qué loco!
Y eso que no soy de los que van a levantar a los boliches (no me gusta y no me pregunten la razón porque ni yo la conozco), pero en el subte me sigue resultando original.
Escribís muy bien. ¿Para cuando la novela/thriller en todas las librerías porteñas?
Luego de varios intentos enganché la mejor forma de postear comments en este blog (es raro que pase esto).
El método que recomendas de refresh y absolute refresh (F5 o CTRL+F5) no me anduvo. (me tira un 404 o 405. Error, no Peugeot)
Pero escribir, pulsar el botón celeste PREVIEW, y luego, cuando me muestra como quedaría, ahi pulso la opción que me ofrece "Publish"
Saludos
Walter: Te cuento que mi historia perdió la mayor parte de su magia cuando me encontré con él.
De todas maneras, me hizo sentir tan bien que creo nunca voy a olvidarmelo.
Igual, esta bueno tener un estímulo diario para seguir la rutina, como ir al colectivo y esperar encontrarte con esa chica, no?
Javier: Gracias por partida doble. Por los halagos sobre cómo escribo y por la recomendación sobre cómo lograr publicar un comentario en este disfuncional blog.
Ojalá algún dia me anime y me disponga a escribir una novela. Queda en mi lista de pendientes.
Saludos
Había intentado, sin suerte, dejar un mensaje. Ahora intento con el método Javier. Acerca del subte, yo tengo un pase libre, sólo para sentarme frente a las señoritas solas y clavarles la mirada.
(a ver si ahora salemi comment...voy a probar lo que recomendo Jav)
Lu:
buenisimo lo del "A"..era el A? pero, suele suceder, la realidad es tan cruel con las fantasias y mas aún con nuestros más arduos deseos, pero esta bueno igual.
Walter: la chica era yo!! jajaj, te imaginas que asi fuera? sera increible, quién te dice te pasa.
Yo gasto mucha guita en subte, sólo para ver si alguna señorita se digna a mirarme. Ya me gasté el sueldo entero. Mañana voy pateando.
Néstor K: Clave miradas, pero esté seguro para donde apunta con sus ojos, no vaya a ser cosa que termine levantadose a la vieja sentada en la fila de enfrente pero del otro lado del pasillo.
Parentesis: Efectivamente es la línea A. Y si, la fantasía suele mezclarse mucho con la realidad, sobre todo en encuentro cercanos de este tipo.
Viejita recolectora de balones: Si quiere le invito un par de viajes a ver si tiene suerte. Quédese tranquila que la ayuda a bajar la escalera y a subirla, si desendemos en la misma estación.
Juaaaaa algunos ya lo bautizaron "Método Javier"... No, no, nooo! Too much! jajajaj
Voy a formar el sindicato de blogueros, si no nos ayudamos entre nosotros mismos, no hay blogspot que nos ayude!
Gracias, de nadas y saludos para todos.
Javier: Adelante entonces con el sindicato. Si quiere le prsento un par de compañeros y empezamos a juntar los papeles para la personería jurídica y demás trámites.
No sabe como la entiendo, Lu. Una tórrida noche de verano, a bordo de un 188, en el justo medio del tramo Caraza-Fiorito, me lo encontré al Alfredito Mamaní.
Se cruzaron nuestras miradas, el corazón latiendo al ritmo de la marcha peronista. Nos bajamos en el cabarulo Bacará, escuchamos el Bombón Asesino de los Palmeras y al tercer whisky ya habíamos comprendido todo.
Hola Lu... una pregunta... ¿Llamó después? ¿Qué pasó?
Virginia: Para mi sorpresa, ese chico llamó al día siguiente y me invitó a salir esa misma noche.
Como no podía ni esa noche, ni la siguiente, quedamos en volver a hablar el sábado por la tarde.
Cuando pensaba que ese celular no iba a sonar, sonó y era él invitandome de nuevo a tomar algo.
De muy buena gana accedí, yo tomé dos copas de vino tinto y el unas cervezas, hablamos de sus viajes, un poco de historia y de otras cosas durante casi dos horas.
Pero la magia que había tenído el encuentro de ese miércoles no pudo reinventarse ese sábado.
Le di un beso, como para probar si lo que me decía mi cabeza iba en contradicción con lo que un buen beso puede generar. Pero no.
Besaba mal, era medio bruto y no me preguntes cómo (porque no tenía nada de barba) me raspó la cara y me dejó una marquita que duró unos días.
Salimos del bar y me invitó a pasar la noche con él, pero tuve que declinar la invitación... no sentía que entre nosotros hubiese química, y eso en la cama podía ser muy decepcionante.
ASi que me acompañó a la puerta de mi casa, y lo saludé con un poco creíble "hablamos", que respondió con un sí tan poco convincente como el mio.
NO supe más nada de él, pero entre nos, tampoco me entristeció.
Lo más lindo en definitiva fue esa primera impresión.
PD: Tu profile de blogger no funciona
Perdón, llego medio atrasado. Es que estuve en Tegucigalpa esperando el subte, y once horas despues me vengo a enterar que acá no hay subte...
Virginia anticípó mi pregunta, y Usted, Lu, anticipó mi desazón.
Ahora: si el tipo besaba mal, era medio bruto, y encima le raspó la cara, no quiero pensar en la "marquita" que le dejó. ¿Le pegó con el cinto en la espalda?
¡Cobarde!
Indignado.
Fantomas
¿Qué es el perfil de blogger?
Quise decir, que cuando haces click en tu nombre aparece esta dirección: http://www.blogger.com/profile/00439743001234548084 y no pasa nada de nada.. da error 404, o sea, que no se encuentra la página.
Tenés un blog?
Leer tu historia me mató. El otro día me pasó algo así en el colectivo (113) cuando estaba a punto de bajarme. Fueron como 15 segundos de clavarnos la mirada (yo parado en la puerta ella sentada en el asiento de al lado de la misma) pero no pude hacer nada y me bajé.
Esas situaciones que después te querés matar y no es que tomás el bondi a esa hora todos los días, ni siquiera eso.
Para los analfabetos levanteros como yo, ¿cómo siguió la charla después de que le dijiste "Piedras"?
Una lástima el resultado final, pero eso me hace pensar en lo loco que es el tema de la piel. Capaz flasheás con alguien al verla y después habla y es un desastre o sus gestos o formas de expresarse te tiran todo abajo. O capaz flasheás con alguien por como se expresa y como piensa (chat, blog) y cuando la ves... también se cae todo abajo.
Es como que la unión de todas las variables es un verdadero quilombo.
Un beso.
Sebastian: Juro que mi intención no era matar a nadie y aclaro que tampoco doy cátedra de levante.
Después de que dije Piedras, creo que intercambiamos los datos básicos de qué hacíamos de nuestras vidas, y nada muy especial... claro que todo en una atmósfera medio nerviosa, que hacía parecer todo más interesante.
Lo de la química entre dos personas es un misterio, pero de los más lindos que nos toca descubrir.
jaja, ok ok. Sólo que no se me ocurre como comenzaron a intercambiar esos datos básicos...
Y sí, coincido con la química, el tema es que ese flasheo se banque las siguientes etapas y se prolongue en el tiempo!
Besos.
Hola te escribo desde la tribu. La foto del post nos gusto mucho y la utilizamos para un posteo de nuestr blog. si queres darte una vuelta la direccion es blog.fmlatribu.com.
gracias, antonela.