
Un viento moderado y fresco inundaba las calles del Abasto, y un departamento cercano era el lugar de reunión. La medianoche encontraba las veredas pobladas de ansiosos fumadores, que no podían saciar su vicio en lugares cerrados.
Las cervezas de bienvenida en la guarida designada, acompañaron charlas que pasaron de críticas de cine y experiencias en recitales a discusiones bizantinas, sobre el origen de alguna frase como “tirar manteca al techo” o locas teorías sobre el cruce o no de dos rectas paralelas en un plano y sus potencialmente terribles consecuencias.
De repente el timbre contuvo las risas y el suspenso de ver quién venía fue suficiente para captar mi atención. La puerta se abrió, y una sonrisa dulce fue lo primero que logré ver. Después unos ojos oscuros, pelo renegrido y gesto varonil, haciendo juego con una mirada tierna y un poco tímida.
Sin darme cuenta las palabras que querían salir de mi boca, se silenciaban en la punta de mi lengua y otras aparecían por arte de magia, sin sentir que tuvieran algún sentido comprensible.
Mis ojos no podían dejar de mirarlo, aunque esquivaban los suyos cuando me apuntaban. Conversamos sobre sus viajes, su ciudad natal, sus sueños y los míos. Me imaginaba de qué sabor serían sus labios, qué perfume tendría la piel de su cara, cuán suaves podrían ser sus manos y cómo me sentiría si me acariciaran.
Pero algo me decía que él no imaginaba lo mismo. Salimos y caminamos a la parada del colectivo. Yo más que el 26, esperaba el milagro y como no podía ser de otra manera, ese transporte público que suele tardar una eternidad en llegar, apareció de la nada cuando todavía no había transcurrido ni un minuto.
Mientras subía los escalones, y antes de poner las monedas en la máquina, sentía en mi estómago unas incontrolables ganas de hacerle un berrinche a la vida, que se encapricha en no hacerme ni un mínimo guiño.
Mientras viajaba, pensaba en algo que me había contado un buen amigo sobre la mirada de una mujer que le partió la cabeza, que la creía invisible hasta que ella le dio ESA mirada, y me preguntaba cómo se lograría esa hazaña.
Bajé y caminé dos cuadras escuchando a los molestos pajaritos que cantan cuando todavía es de noche, mientras repasaba cada emoción de las últimas horas e imaginaba cuán diferente podría haber sido todo.
para eso nunca se puede confiar en los colectivos.
Vos: Pocas veces se puede confiar en ellos, no?
Bienvenido
Hay un conjuro infalible para que el 26 no venga cuando uno quiere que el tiempo se eternice. Se trata de esperarlo con ganas o con apuro...
(Esto lo dijo Parentesis la pragmática, la mortal, la realista, la humana) ayyy nooo!! que pasen esas cosas me desespera, me pone de mal humor, directamente.
(Esto lo dijo Parentesis: la romántica, la ilusa, la metafisica, la teórica)
creo que ahi tenés la respuesta a la duda que tenían en esa reunión sobre lo que pasaría si dos paralelas se unieran (cosa que hacen, pero en el infinito)
besos
Esta vez el amor pasó de largo como colectivo lleno.
Le mando un saludito, y ojalá que la próxima vez le toque un paro de bondis.
Ampe: De haber sabido ese conjuro antes, me hacía la desinteresada y apaura y quizás... quién le dice, le contaba un a historia no tan invisible.
UAP cumpa.
Paren: a su parte pragmática le digo que tambien me pone de muy mal humor que pasen esa cosas. A su parte romanticae ilusa le digo que Einstein tenía razon y todo es taaaaaaaan relativo...
Viejita: Ojalá. DOnde está el sindicato cuando realmente se lo necesita. Pucha digo...
sólo quiero decirte que si las aves cantan confundidas en horas de la noche, por el exceso de luz artificial, lo mismo pueda haberle pasado a él con tu mirada... si lo volvés a cruzar, por la vida o en algo que no sea un colectivo, tratá de conversar con él a oscuras y que note que lo luminoso es tu mirada y no las farolas calleljeras ni el interior del 26!
Tia: Voy a intentarlo, sin lugar a dudas...
el texto y la fotografía... una mirada sutil atenta a los detalles, una mirada con apenas gotas de color, mirando desde atrás del vidrio, entre presente y recuerdo, entre fantasía y realidad, entre una y la otra, entre tu y tu misma.
me kedo con esa sensación...
beso
Nosfe: Acabo de descubrir su lado más tierno. Un placer. Otro beso para ud.
Quizas el guiño de la vida fue justamente que viniera el 26 mas rapido de lo comun...
No vea siempre el vaso medio vacio, aunque por sensaciones le haya parecido de esa manera
Siempre conmovido con sus relatos
Mariano