
Todo lo que me rodea lo interpreto como señales que me tienen permanente atada a un sentimiento inexplicable. Extraño lo que no me pertenece y nunca fue mío, pero de alguna manera Paris logró meterse adentro de mí de manera irreversible.
La brisa fresca y húmeda mientras caminaba a orillas del Sena, parece no haberme abandonado. Así tampoco la imagen de los artistas callejeros dispuestos a decir las cosas más lindas a los turistas con tal que accedan a ser retratados en Montmartre, o la comunidad africana, con sus colores y dialectos armando un gueto en la zona norte de la ciudad.
El Boulevard Clichy con sus sex shops y sus cafés chiquitos, que oficiaban de kioscos para cigarrillos. Las calles del centro, llenas de alcurnia y con olor a euros, con vidrieras de las casas de moda más resonantes del mundo marcaban su acento francés sin perder la coherencia con los barrios más alejados.
Las veredas de asfalto y las calles de adoquines, no paraban de asombrarme, como así tampoco la cantidad de pequeños teatros y centros culturales diminutos que se multiplican infinitamente por toda la ciudad.
Los carteles art nouveau del metro y el eclecticismo de sus estaciones, en particular la de ‘Arts et métiers’, cubierta íntegramente de paredes de cobre, la que más me robó la respiración.
Los museos son de ensueño y esa cultura se respira en el aire. Miles de chicos los visitan con las escuelas o con sus padres y actúan de sagaces críticos de arte con preguntas o comentarios tan brillantes como inocentes.
El sol no dice siempre presente, pero nunca falta a un atardecer. La humedad condensada en el empedrado refleja los tenues rayos de luz de la tarde y da una atmósfera única, mientras el cielo de gris pálido y plomizo se tiñe de colores más cálidos.
Cualquier lugar es lindo en ese momento del día, pero cerca del Sena es impagable. El frío invernal no alcanza a opacar el instante en que la ciudad le hace honor a su nombre, y la luz artificial transforma el paisaje de manera repentina y armónica.
Los automovilistas son bastante torpes, pero lentos y mirar a un parisino estacionar es casi como ver una película del Inspector Clouseau, sin la menor destreza en el arte de no subir al cordón. Resultan adorables.
Los semáforos confunden y durante medio minuto la luz roja coincide para frenar todas las direcciones y para mi sorpresa, nadie avanza.
Y por último no me cansé nunca de mirar y mirar la torre Eiffel. De día, a la tarde y de noche, como si a cada hora fuera una distinta. Todas esas toneladas de hierro conforman una escultura hipnótica que con su imponencia hacen sentir que falta el aire al contemplarla, y respirar hondo se hace apremiante. Inevitable sonreír con el corazón en el proceso.
Una idea fija me visita todas las noches y no es otra que volver. Pero volver para quedarme y que esa magia sea mi magia cotidiana. Al menos por un tiempo.
Que ganas de estar ahí!
Besos
SEBI
www.sr-nadie.blogspot.com
Igual como cuando a uno le prestan una Ferrari amarilla por unos dias y despues vuelve a la realidad de manejar su Vivace blanco...
Hace bien compañera, no se conforme con el Vivace blanco, apunte a mas, siempre.
Saludos
Ya volverá, compañera. Ya volverá a sus magias extasiantes, al aroma de la orilla del Sena. Ya volverá a los teatros y la estación de cobre. Ya volverá.
Y será millones.
Mire, compañera, su melancolía me partió el corazón. ¿Sabe qué? A la próxima maniseada la hacemos en el Louvre...
¿Y el morfi está caro? ¿La Cena es impagable? Entonces me quedo acá, esperando el descarte en las afueras de Mc Donald´s (el descarte del descarte).
¡Salud, por su regreso!
Sebas: Si, qué ganas la verdad
Walterio: No se si la idea es apuntar a más. Por el momento todo apunta a Paris...
1 de los 8: ¿Ud dice que me voy a reproducir como coneja en celo?
Amperito: Le tomo la palabra, eh?
Viejita: El Sena es impagable y la cena también, pero por suerte me invitaron todas las noches. Y para agarrar descartes le recomiendo alguna otra casa de comidas, no vaya a terminar con esterichia coli. Los niños y los ancianos son los más vulnerables, ¿sabía?
Eso! Recomiende bien donde se puede encontrar a Descartes!
O en su defeto a Voltér, o a Verdagaire.
Entonces, me voy a El Noble Repulgue. Pero ahí voy a tener que garpar. ¿Cuánto está la do-Sena?
1 de los 8: ni idea de dónde encontrarlos. Lo mantengo al tanto, no se preocupe.
Vieji: No podría exigirle a una jubilida que se ponga en gastos por una do-Sena que se cotiza en Euros. Hay que buscar otras opciones
Excelentes las fotos, Lu!! Te vuelvo a felicitar por tu glamoroso viajecito! :)
Qué bonito tu relato, lu, qué ganas me dan de viajar allá!!!
Pensar que una vez estuve tan cerca... teniendo 11 años, mi viejo nos llevó a mi hermana y a mí a Eurodisney. Una tarde nos dice: "quieren ir a conocer París?" Y nosotras, dos criaturas, respondimos "no, mejor vamos a los juegos!!!". En fin, me consuela pensar que tal vez a esa edad no lo hubiera disfrutado... snif...
Del viaje no importa el destino, me he dado cuenta. Sino, llevarlo siempre dentro.
Abrazo Rockero
"El eterno retorno..."
Estuve leyendo varias entradas y me gusta como escribis y detallas
Yo tengo ganas de hacer un viaje por Europa tambien, pero mientras tanto me quedo con lo que sentiste
Espero q no te moleste que te agregue a mi lista de blogs de mi preferencia asi tengo acceso mas rapido al tuyo.
Besos
rocio
Antes que nada, perdón por la demora en responder.
Javi: gracias, gracias, gracias...
Mariana: Ojalá tengas la posibilidad de volver y hacer todo lo que te haya quedado en el tintero.
Niñoespina: Totalmente de acuerdo. La clave está en encontrar cómo carajo hacer para llevarlo siempre presente.
JPLopez: "el principio de la persistencia de la energía exige el Eterno Retorno". Gracias.
Kisis: lo mismo que a Marian y gracias por los halagos. Ahora... ¿¿Cómo se te ocurre que me va a molestar que me pongas entre tus links??
A todos: Vuelvan cuando quieran.
me sentí MUY identificado con tu texto. si bien en mi caso fue un viaje a los balcanes...
muy interesante incluso la forma de describir el sentimiento =)
saludos,
luciano
Ben.. ouais...
http://uncriminel.blogspot.com/2007/02/casa.html