Eran las 4 de la tarde, y era el segundo día que hacía un poco de calor. El poncho ya no era necesario, pero el gorro de maquinista era uniforme obligatorio para el festejo de Marquitos. Con una botella de seven up cortada al medio, lleno de una mezcla de vino blanco y cerveza, se paseaba canturreando a 'Los plateros' por la placita reciclada de Rojas.
Con su silbato, asustaba a los ciclistas y a los que caminando pasaban sin registrarlo. El negrito, su perro, movía la cola sin parar porque había comido rico.
Cuando el silbato y los autos dejaron de entretenerlo, empezó a tener una fuerte discusión con el aire. Con un dedo levantado y mirándolo fijamente a los ojos, lo puteó con ganas, y cual mujer ofendida, dio media vuelta y caminó hacia las vías, hablando en voz baja.
Las vías, siempre fueron su casa, su lugar. Las vibraciones, el ruido, la gente, la estación, los guardas, los gorros, los silbatos, los uniformes, todo... era su mundo.
Pero el miércoles a la tarde, algo pasó.
Hoy jueves a la mañana, el panadero, comenta: "¿Te enteraste lo de Marco Antonio?. Lo agarró el tren".
El tren de las 17.15 terminó con su vida y ya no volverá a hacer sus brillantes comentarios, dedicar sus serenatas, ni cuidar coches sin dormir toda la noche. El negrito desapareció, tal vez para que nadie vea su tristeza.
Y en el barrio todos van a hablar por un tiempo de Marquitos con cariño, más adelante se olvidarán.
Pero esta noche, pienso brindar con un buen tinto por ese personaje querible y simpático que me despertó ternura, risas y aunque parezca raro, un inmenso respeto.
Con su silbato, asustaba a los ciclistas y a los que caminando pasaban sin registrarlo. El negrito, su perro, movía la cola sin parar porque había comido rico.
Cuando el silbato y los autos dejaron de entretenerlo, empezó a tener una fuerte discusión con el aire. Con un dedo levantado y mirándolo fijamente a los ojos, lo puteó con ganas, y cual mujer ofendida, dio media vuelta y caminó hacia las vías, hablando en voz baja.
Las vías, siempre fueron su casa, su lugar. Las vibraciones, el ruido, la gente, la estación, los guardas, los gorros, los silbatos, los uniformes, todo... era su mundo.
Pero el miércoles a la tarde, algo pasó.
Hoy jueves a la mañana, el panadero, comenta: "¿Te enteraste lo de Marco Antonio?. Lo agarró el tren".
El tren de las 17.15 terminó con su vida y ya no volverá a hacer sus brillantes comentarios, dedicar sus serenatas, ni cuidar coches sin dormir toda la noche. El negrito desapareció, tal vez para que nadie vea su tristeza.
Y en el barrio todos van a hablar por un tiempo de Marquitos con cariño, más adelante se olvidarán.
Pero esta noche, pienso brindar con un buen tinto por ese personaje querible y simpático que me despertó ternura, risas y aunque parezca raro, un inmenso respeto.
Le mando un beso grande, compañera.
Y brindo por el Marquitos.
Yo sé cuánto le duele ese corazón grande que tiene Ud.
UAP, Lu.
estas en mis "para darse una que otra vuelta por ahi". Mucha calidad y calidez. Saludos
Que triste y linda historia compañera. Me uno a ese brindis por Marquitos. UAP.
Amperito: Fue un día tristísimo. De hecho la cuadra no volvió a ser la misma desde que él no está. Su lugar lo ocupó otro señor, agresivo y nada pintoresco. De todos modos, él no tiene la culpa... a Marquitos se lo iba a extrañar igual.
-Val-: Muchas gracias!
Lord: Espero que se haya emborrachada tanto como yo.
Brindo con usted.
Salud.
Pase por acá de casualidad y vi este post y me gustó.
Después estuve mirando otras cosas y también me gustaron.
Creo que todos tuvimos un Marquitos en nuestra infancia.
Siempre de sobretodo, incluso he puesto "al mio" como uno de los personajes de un guión, claro no era él, pero en el fondo, era él.
Felicitaciones
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Por cierto, si querés saber algo de mi, te dejo mi blog:
www.comandante.wordpress.com